Naturaleza

en Montejo de la Sierra
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Al estar enclavado dentro de la Reserva de la Biosfera Sierra del Rincón, Montejo de la Sierra posee una gran biodiversidad natural. Es un territorio montañoso, con vegetación compuesta por praderas y bosques caducifolios de robles y rebollos y algunas zonas de coníferas.

Mención a parte merece un bosque de hayas de gran interés, el Hayedo de Montejo. Este espacio natural protegido constituye un importante atractivo turístico, que ha contribuido notablemente al desarrollo de la economía local.

El Hayedo de Montejo o monte de El Chaparral es conocido por el frescor que ofrece en verano y por su hermoso colorido otoñal, aunque tras este espectáculo sensorial hay un mundo de conexiones biológicas, geológicas y climáticas que merece la pena conocer. Aunque la teoría más común sobre su conservación, descrita aquí, destaca los factores climáticos, parece que su uso humano ha sido el factor decisivo.

El haya Fagus sylvatica

El haya, Fagus sylvatica, árbol que crece bien en casi cualquier suelo, requiere una cierta humedad ambiental por lo que sus bosques se extienden por el centro y oeste de Europa alcanzando el norte de la Península.

Para comprender la existencia de estos bosquetes aislados como el Hayedo de Montejo y otras manchas en la vecina Guadalajara, hemos de remontarnos a otras épocas climáticas. Hacia la última glaciación hubo un período frío y húmedo que permitió el desarrollo de grandes hayedos en la Península. Luego, con el cambio de clima retrocedieron hacia el norte. Pero en algunos lugares como en la Sierra de Ayllón, por las especiales condiciones orográficas y la influencia de frentes húmedos quedaron bosques relictos, testimonio del pasado. También existen unos 12.000 pies de Quercus petraea o roble del norte con problemas de regeneración. Esta especie parece ser diferente genéticamente al resto de las poblaciones de tal especie.

El Hayedo de Montejo constituye uno de los enclaves más singulares que podemos visitar en la Comunidad de Madrid. Contiene el único bosque de hayas de la región y también uno de los más meridionales de Europa. Acentúan su carácter excepcional la elevada diversidad biológica y de tipos de estructuras forestales que reúne. Está situado en una umbría y pendiente ladera que comienza en la margen derecha del río Jarama, pocos kilómetros aguas abajo de su nacimiento. Lo componen dos montes de propiedad vecinal, El Chaparral y la Solana, que suman las 250 ha protegidas, aunque sólo en las 122 ha del primero pueden encontrarse manchas de hayedo puro.

En nuestra región los hayedos fueron más extensos en épocas pasadas, antes de que los sucesivos cambios en el uso del suelo los relegasen a este enclave. En la actualidad perviven aquí gracias a un conjunto de circunstancias favorables: clima local bastante húmedo, suficiente para el desarrollo de esta vegetación; suelos frescos y profundos, permanentemente enriquecidos por el desfronde; exposición nordeste, que minimiza los efectos de la evapotranspiración; y su empleo como dehesa boyal, que durante siglos ha mantenido estable el número de árboles adultos.

Sin embargo, el Hayedo de Montejo es un bosque de reducidas dimensiones y elevada fragilidad, especialmente sensible a la presencia humana. El programa educativo que en él se desarrolla se basa en la comprensión de este “paisaje cultural” y en la participación y colaboración de los visitantes, ayuda imprescindible para su conservación.

Historia

El 23 de julio de 1460 los vecinos de Montejo compraron El Chaparral a un caballero de Sepúlveda. Se consolidó con ello una explotación básica para la supervivencia de los vecinos y que se remontaba al siglo XI con la reconquista de la comarca. La conversión del bosque a dehesa, con la eliminación de casi todo el arbolado, permitió un uso perdurable de todos sus recursos.

El Hayedo albergaba numerosas reses vacunas, ovinas y caprinas, procuraba a estas últimas ramón de acebo y suministraba bellotas y hayucos para la cría de ganado porcino. Además, los vecinos aprovechaban las leñas muertas, realizaban periódicas entresacas y carboneaban en las partes llanas. La caza y la pesca completaban los trabajos en El Chaparral, a los que se añadía el cultivo de algunas solanas hasta principios del siglo XX.

Esta explotación finalizó con las últimas cortas en los años 1950, 1951 y 1960. Al año siguiente se vedó el monte a la entrada de ganado, con lo que se inició un nuevo modelo de gestión marcado, años más tarde, por objetivos de conservación, educativos, científicos y de desarrollo local.

Clima

La persistencia de estos bosques es un ejemplo de las complejas relaciones entre clima y relieve y usos humanos como marcos adaptativos para los ecosistemas.

Estos hayedos parecen compensar la sequía estival con la humedad atmosférica debida a la condensación del aire húmedo que, en dirección NO-SE remonta la Sierra por los puertos. Además el paso de aire cálido y húmedo causa numerosas tormentas de verano. El Hayedo también aprovecha el estar situado en la umbría a orillas del Jarama y las fuertes pendientes drenan el aire frío evitando heladas. Su uso como dehesa ha sido el factor principal para su conservación. De hecho, actualmente las hayas se están extendiendo y el cambio climático no parece estar afectándolas muy gravemente por ahora.

Por Decreto 2868/74, de 30 de agosto, del Ministerio de Agricultura (B.O.E. de 10 de octubre de 1974) se declara Sitio Natural de Interés Nacional (…) al Hayedo de Montejo de la Sierra, constituido por el monte El Chaparral, número 89, del Catálogo de los de Utilidad Pública de la Comunidad de Madrid, sito en el término municipal de Montejo de la Sierra.

1988: En virtud de la colaboración entre la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Montejo de la Sierra se establece el control de entradas al Hayedo de Montejo, instituyendo unas mínimas normas de comportamiento y adecuando dos itinerarios autoguiados por el interior del monte.

1989: El 13 de junio se inicia el servicio de interpretación del patrimonio, programa de sendas guiadas por el interior del Sitio Natural y desde entonces la forma normalizada de visitar este espacio protegido.

1992: Firma de un convenio entre la Comunidad de Madrid y Universidad Politécnica de Madrid por el que se establece el “Programa de Seguimiento en el Hayedo de Montejo de la Sierra”, que aporta los imprescindibles datos de composición y evolución del bosque a los organismos encargados de su gestión.

1997: Incorporación del Hayedo de Montejo a los Programas de Educación Ambiental de la Consejería de Medio Ambiente, conjunto de actuaciones precursoras de la actual Red de Centros de Educación Ambiental.

2002: Firma de un convenio entre la Comunidad de Madrid y Obra Social Caja Madrid para el apoyo al Programa de Educación Ambiental en el Hayedo de Montejo. Incluye el diseño y adecuación de un nuevo itinerario guiado La Senda del Mirador y la edición de diversas publicaciones educativas y

Flora y Fauna

Este hayedo, como todos los bosques maduros de frondosas, proporciona una diversidad de nichos para la fauna. La relativa abundancia de sotobosque da refugio a corzos y jabalíes. La permanente capa de hojarascas proporciona un buen lugar para vivir a muchos micromamíferos, insectos y otros invertebrados.

La abundancia de frutos, bulbos y rizomas permite encontrar alimento en todas las épocas del año. El singular frescor y humedad ambientales favorece la proliferación de anfibios y reptiles, como el lagarto verdiamarillo (Lacerta schreiberi), endemismo ibérico cuya área de distribución parece coincidir en parte con la de los hayedos meridionales.

La fauna, a su vez, es un importante agente en la dispersión de las semillas. Además en muchos casos su paso por el tubo digestivo de los animales proporciona un tratamiento químico que facilita su germinación.

Propuestas de uso

Zonas de uso moderado:

Incluyen los rodales en los que se desarrolla el programa de educación ambiental. Acogen la mayor parte del uso público de este espacio natural, siempre con infraestructuras de muy bajo impacto.

Zonas de reserva:

Implican reducir al máximo la presencia humana en las parcelas más vulnerables para mantener la elevada diversidad biológica y de tipologías forestales que albergan.

Zonas de regeneración:

Los rodales ocupados por matorral requieren actuaciones silvícolas que incrementen la presencia arbórea.