Su término municipal constituye, junto a Horcajuelo, una de las puertas de entrada a la Sierra del Rincón. La carretera de Gandullas a Montejo divide en dos este bonito pueblo levantado sobre una colina, cuya suave pendiente se dirige al cauce del arroyo de la Garita.
El agua es, de nuevo aquí, protagonista ya que sus inmediaciones están surcadas por varios cauces fluviales entre los que destaca el río de la Nava. También atraviesa su territorio la reguera de Paredes, que trae agua desde La Hiruela. Todas estas peculiaridades configuran unos paisajes modelados por la mano del hombre y donde pradera y montaña compiten en protagonismo.
Ya que hablamos de “pradera”, hay que hacer notar que una de las posibles etimologías de Prádena podría derivar de las palabras “prado” o “pradera”.
El agua fue, por tanto, un elemento de singular importancia en Montejo y da fe de ello tanto la cantidad de antiguas fuentes que alberga su núcleo urbano, como muchos nombres de su callejero; Calle de la casa del Agua, Calle de la Fuente del Arca, Calle del Pozo, Calle del río, etc…
Prádena del Rincón es otro de los enclaves de la Sierra del Rincón que merece ser explorado. Es un lugar tranquilo, cuenta con buenas muestras de arquitectura tradicional y, en su entorno, la naturaleza se despliega generosamente. Ingredientes que, seguramente, atrajeron hasta aquí a los seres humanos hace mucho tiempo pues, aunque no se ha podido confirmar la presencia de asentamientos humanos prehistóricos, en 1881 se encontró dentro de su término municipal un hacha de la Edad del Bronce así como otros restos romanos relacionados con su red de comunicaciones.
Nadie conoce a ciencia cierta la fecha exacta de la fundación de Prádena pero, los terrenos donde se asienta su núcleo urbano, son mencionados en el Fuero de Sepúlveda de 1076 otorgado por el rey Alfonso VI. Este mismo rey concederá a Buitrago un privilegio de repoblación en 1096 y, también, un escudo de armas donde figura un toro y una encina con la leyenda “Ad alenda Pecora” (para el sustento del ganado). Y es que, desde su fundación, en Prádena la ganadería ha sido la principal actividad económica.
Entre las muchas sendas que puedes hacer a pie o en bicicleta se halla la Cañada de las Merinas, un cordel de la Cañada Real Segoviana por la que se conducía el ganado durante la trashumancia. Otro legado de su pasado ganadero es que en su término municipal había descansaderos donde los pastores hacían un alto.
Paseando por la parte oeste de Prádena, donde el desnivel es más acusado, descubrirás una vivienda, rotulada como el Rincón silvestre, cuyo interior alberga un huerto medicinal. Y es que, además de alimento y vestido, el campo proporcionaba a los habitantes de la Sierra del Rincón remedios medicinales. Hay referencias locales sobre yerberos que han venido desde antiguo a recoger plantas medicinales como el orégano, la genciana, el hipérico o el tomillo.
La parte Este de Prádena, situada en la vertiente más alta del núcleo urbano, es la más moderna. Aunque este pueblo no sufrió una gran destrucción durante la Guerra Civil española, a partir de 1940, se construyó en esta parte el Ayuntamiento, la casa del cura, el edificio del grupo escolar y algunas fuentes dentro del programa de “regiones devastadas”.